Conversamos con la investigadora sobre la importancia de fomentar los estudios de moda en Latinoamérica y ciertas problemáticas presentes en la industria.
Por: Sasha Santamaría (Consultora de moda)
Hay un aspecto que poco a poco va ganando relevancia en la escena de la moda latinoamericana: los estudios de moda, un área académica que se encarga de estudiar la moda a profundidad para entendernos como sociedad; para ir más allá de la idea del vestido entendido únicamente como elemento decorativo que cubre el cuerpo.
Laura Beltrán-Rubio es una investigadora colombiana abocada en la tarea de pensar la moda con rigurosidad. Es historiadora del arte y de la moda, con énfasis en el mundo hispánico moderno, candidata a Ph.D. en la Universidad de William & Mary en Virginia (EE.UU.) y cuenta con una Maestría en Estudios de Moda de Parsons School of Design en Nueva York. Vocera e impulsora de la investigación de moda en la región, en esta conversación nos habla sobre la importancia de cultivar los estudios de moda, el problema de la identidad vestimentaria latinoamericana y su asociación con la estética tropical y la urgencia de “descolonizar” la moda.
¿Cómo surgió tu interés por la investigación de moda?
Viene desde que estaba en la universidad -realicé una licenciatura en economía-, estudiando historia económica me empecé a interesar por la moda; me empecé a dar cuenta de que es un gran motor de la economía que a veces no vemos. Es curioso porque la gente que estudia la moda casi siempre lo justifica, ya que mueve millones de dólares alrededor del mundo y genera mucho empleo, pero desde la economía como que esto no se ve tanto y cuando estudiamos industrialización específicamente, pensamos en los ferrocarriles, en los automóviles, en todo esto y con poca frecuencia pensamos en la moda, y la moda también tuvo un impacto super grande en la industrialización. Entonces a partir de ahí me empecé a interesar por la moda. Después de eso hice una maestría en estudios de moda, de hecho, uno de mis profesores de economía fue el que me impulsó a hacer esto y ahí fue que cambié un poco de enfoque.
Para entrar en materia, ¿cuéntanos qué son los estudios de moda?
Los estudios de moda son un área académica que, como su nombre lo indica, se dedica a estudiar la moda; pero, digamos, esto puede significar muchísimas cosas, y para muchas personas cuando uno dice estudios de moda piensan en estudiar para hacer moda, para ser diseñador de moda o ejercer en áreas de mercadeo, publicidad, entre otros. Realmente los estudios de moda o fashion studies como se los conoce en inglés y en la academia internacional, son el estudio crítico y el análisis de la moda como un fenómeno cultural, político, económico y social que nos permite entender realmente las sociedades y los contextos en los que esta se genera, y creo que aquí es inevitable usar las palabras de Diana Goméz García -colega investigadora y además diseñadora- que describe los estudios de moda como un gran salpicón en el que mezclamos pedacitos de metodologías de distintas disciplinas; pedacitos incluso de teorías y de aproximaciones de ideas que vienen de distintas áreas y de distintas disciplinas: las combinamos todas para entender la moda. Estas disciplinas pueden incluir la antropología, la sociología, la historia del arte y la historia en general. En mi caso, yo tomo mucho de la historia económica; y entonces al combinar todo esto podemos aproximarnos a la moda y entenderla como un fenómeno más amplio y más relevante para la historia de la humanidad.
Por qué consideras importante involucrar esta área de estudios en las diversas expresiones de la moda. Por ejemplo, para un diseñador, ¿por qué es necesario que conozca esta teoría?
La verdad porque creo que eso los hace mejores diseñadores. Creo que un diseñador que conoce y que entiende lo que está pasando en el momento, en el lugar en el que está diseñando y las personas, es decir, lo que guía los movimientos y las ideas de las personas para las que diseña, esto hace que sus diseños puedan tener un mayor impacto, que puedan participar más en la sociedad y eso obviamente va a llamar más a las personas. Y bueno, al mismo tiempo también creo que los diseñadores de alguna forma pueden ser figuras de cambio; en muchos casos y en Latinoamérica específicamente, se pueden convertir en personas que, más allá de generar empleo, de visibilizar el talento latino internacionalmente, realmente pueden participar en la gestación de, tal vez, nuevos contratos sociales en la sociedad latinoamericana que yo creo que hace falta; nos pueden ayudar a pensar nuevas formas de generar igualdad y diversidad en la región.
¿De qué manera un profesional de moda puede aplicar esta teoría en su obra?
Puede ser tomando estas ideas que analizamos y tratando de expresarlas de formas materiales, y aquí vuelvo a mencionar a Diana Gómez que investiga la sostenibilidad. Ella investiga las estéticas latinoamericanas: investiga desde Latinoamérica cómo podemos entender la estética que vaya más allá de lo tropical, que es uno de los problemas que enfrentamos. Ya sabemos que lo tropical vende, sobre todo en el exterior: este exótico de la playa, los bananos, las palmeras… Pero esa no es la única estética en Latinoamérica, es una estética super caribeña, ¿pero el resto de la región entonces dónde queda? Diana se pregunta todo esto y empieza a cuestionar, por ejemplo, qué pasa en la región andina sobre todo en las partes altas de la sierra, cómo se visten las personas ahí, cómo se han vestido a lo largo de la historia. Pero, a partir de estas cuestiones de entender cómo ha funcionado la moda en distintos contextos y cómo esto refleja estéticas, se manifiesta en cosas un poquito más físicas y más prácticas como el clima y todo esto. Entonces ella hace su propuesta y esto en el fondo cuando nosotros pensamos en diseñar y plantear esto de formas materiales, pensamos que esto no tiene nada que ver con la teoría, pero en el fondo de todo esto si hay teorías y si hay ideas que vienen de los estudios de moda y del análisis de la historia.
¿Por qué ves como problemático que la estética de moda latinoamericana esté asociada con el imaginario de lo caribeño?
Porque reducir toda una región tan amplia y diversa a una sola idea es, primero, super reduccionista y, segundo, nos mantiene dentro de los estereotipos de lo exótico que se han gestado desde afuera, sin permitirnos expresar completamente nuestra identidad. Digamos que no está mal querer resaltar esta identidad caribeña porque, al final, hace parte de la región y es llamativa incluso para nosotros que vivimos en ella (¿quién no disfruta además de unas buenas vacaciones en la playa y comiendo frutas frescas?). Pero nos limita a una sola idea, una sola expresión estética y una sola forma de ser latinos, que silencia a muchísimas voces y expresiones que también habitan en la región.
El término “descolonizar” la moda, ¿a qué se refiere y por qué es importante llevarlo a la acción?
Para mí, la descolonización basada en la teoría de la escuela decolonial cuyo padre diría yo es Walter Mignolo (argentino), es reconocer que, a pesar de que en teoría nosotros en Latinoamérica ya nos independizamos de Europa hace 200 años más o menos en la mayoría de países, el legado de esta colonialidad persiste, entonces seguimos teniendo estructuras que, por ejemplo, privilegian lo europeo o lo que se relaciona con lo europeo por encima de otras cosas; como lo indígena o lo afro que en nuestra región sigue siendo considerado de alguna forma inferior, o, muchas veces lo resaltamos y en la moda esto se ve muchísimo, apreciamos estos saberes ancestrales de estas culturas pero, al mismo tiempo, hay una división en la que el diseñador de moda es de las personas occidentalizadas, que tiene educación por lo general de la ciudad o muchas veces adquirida en el exterior al estilo de la moda europea y norteamericana, mientras que las personas que crean en las comunidades indígenas o en las comunidades afro con frecuencia se consideran secundarios y hay una jerarquía entre el diseñador y el artesano, que personalmente creo que no debería existir, y al no existir entonces estamos hablando de descolonización en el sentido de que estamos traspasando un poquito ese legado del colonialismo, cuestionándolo y pensando cómo podemos pensar la moda desde nuestra región. Pero esta es solo una forma, realmente creo que hay muchas formas. Una forma que a mí todavía me parece más importante es reconocer que pueden haber diseñadores y diseñadoras indígenas y afro en la región.
Y creo que incluso también poder desligarnos un poco de Europa y del sistema de moda euro-norteamericano puede ser también descolonizar la moda. Entonces, por ejemplo, por qué tenemos que pensar la moda por temporadas de Otoño-Invierno, Primavera-Verano, Resort, etc., y eso es lo que nos han dado desde Europa; nos lo impusieron y nosotros lo hemos aceptado. Pero qué pasa si nos deshacemos de eso porque esas temporadas así no las hay en todos los países: en Colombia, Ecuador no hay estas estaciones entonces esto se vuelve irrelevante. Entonces qué pasa si nosotros creáramos la moda por fuera de las temporadas pensando en otras cosas. Esa podría ser otra forma de descolonizar la moda.
Y la última, que realmente para mí es una de las más importantes porque es lo que he tratado de hacer desde mi investigación, es pensar en la historia de la moda de Latinoamérica desde Latinoamérica, no con relación a Europa. Siempre nos han dicho “desde que llegaron los españoles” hemos aprendido a usar lo que usan los europeos pero no lo hacemos bien, como que siempre vamos un paso atrás y no tenemos la misma idea de lo que es buen gusto, entonces como que lo hacemos mal. Pero qué pasa si en lugar de pensar que lo estamos haciendo mal, pensamos en que lo estamos haciendo a nuestra forma porque responde a ciertas ideas compartidas que tenemos nosotros y, que de hecho, están relacionadas con ese legado de lo indígena o con las distintas culturas que conviven en la región. Entonces nos damos cuenta de que no es que esté retrasado, sino que es diferente porque responde a otras cosas, y para mí eso también es descolonizar la moda.
¿Qué prácticas o expresiones “coloniales” observas que se reproducen en la industria de la moda latinoamericana y de qué manera es posible superarlas?
Yo creo que la más importante es esta jerarquía entre el diseñador que debe ser educado al estilo norteamericano o europeo siguiendo modelos que vienen de afuera. Entonces, está el diseñador por un lado y los artesanos y artesanas por otro. Cuando se impone la jerarquía en la que el diseñador es el que lo sabe todo y viene a ayudar, y a salvar un poquito de que no se pierdan todas estas tradiciones de comunidades racializadas, ahí hay un problema que sigue privilegiando esta jerarquía colonial en la que todo lo europeo tiene que ser mejor. Pero, nuevamente, ¿cómo lo podemos cambiar? Yo creo que generando colaboraciones que sean sostenidas en el tiempo; esto no se trata de yo ir a una comunidad y saco cosas que necesito porque las quiero para una colección y ya me desaparecí. Segundo: entender que es lo que quieren estas comunidades. Otra de las cosas que privilegia el sistema moda en general, es esta relación directa con el capitalismo; lo entendemos como un mercado y nada más, queremos extraer y vender y vender y nada más, y esto nos lleva a pensar que las comunidades artesanas muchas veces lo que quieren es dinero y ya, pero en realidad muchas de estas comunidades quieren más que dinero o quieren cosas diferentes al dinero. De pronto, quieren que su trabajo sea reconocido o quieren que la colección lleve su nombre. Debemos reconocer que, además en muchas de estas comunidades el individuo no se aprecia tanto como lo apreciamos nosotros, entonces no es necesariamente que se lleve el nombre de una persona sino el de la comunidad como colectivo.
Por otro lado, al generar relaciones a largo plazo con estas comunidades, podemos entender que es lo que quieren y podemos empezar a trabajar para ofrecerles lo que verdaderamente quieren y lo que necesitan y más les sirve, y ahí también podemos empezar a generar relaciones un poco más horizontales. Entonces, nuevamente, estamos erradicando un poquito esa jerarquía y estamos entrando nosotros también en ese colectivo que creo que es una parte muy importante de la estructura social de muchas comunidades.
Para mí, esta es una forma bastante específica de hacerlo, pero, creo que es una de las formas que más potencial tiene en la región, precisamente por el interés que hay desde la moda de trabajar con comunidades artesanas y racializadas.
Justamente, ¿cuál es tu apreciación sobre este entusiasmo que demuestran los diseñadores latinoamericanos en trabajar junto a comunidades artesanas?
Siento que es como un arma de doble filo, porque de alguna forma es emocionante que finalmente estemos mirándonos a nosotros mismos, ya no queremos imitar lo que hacen en Europa, estamos buscando como en lo nativo de la región para ofrecérselo al mundo, y esto cuando uno lo piensa así es muy positivo. Pero, el problema pasa cuando pensamos en el desbalance de poder que hay entre las personas por lo general adineradas que vienen de la ciudad y que van a trabajar con estas comunidades, y que muchas veces les imponen cómo tiene que ser el trabajo, les dicen: “ustedes son famosos por hacer esto y yo quiero que ustedes me hagan esto y yo lo voy a poner en esta otra cosa”, pero no nos esforzamos por entender, primero, qué significa para las comunidades: qué tal que esto sea un elemento sagrado que nosotros estamos usando y poniéndoselo, por ejemplo, en los pies a las personas y sin saber, no porque la información no esté, sino, muchas veces, no nos interesamos en preguntar, en crear relaciones de largo plazo con las comunidades para tratar de entender precisamente su cultura, su producción. Esto quiere decir qué puedo usar, en dónde y cuándo. Entonces puede llegar a ser muy peligroso, y puede llegar a ser muy peligroso también porque genera relaciones que pueden perpetuar esta desigualdad entre las personas blancas, occidentalizadas de la región y las personas racializadas, y en algunos casos puede generar dependencias: cuando vamos y les compramos y les pagamos pero no nos preocupamos por hacer nada más, se puede generar una dependencia que puede llegar a ser nociva; por qué no más bien entrenar a estas personas para que ellas mismas puedan después vender estos productos por fuera de la comunidad, o generar un sistema de colaboración con distintos diseñadores que se pueda replicar y este tipo de cosas, dejarle a las comunidades más que simplemente los ingresos momentáneos por lo que sea que les cobramos. Pero, nuevamente, siento que puede llegar a ser muy positivo si lo sabemos manejar bien porque puede generar nuevos discursos sobre la moda, incluso, desde nuestra región, para enorgullecernos de nuestro patrimonio de una forma diferente y para entender nuestra historia y legado cultural de una forma diferente. Pero no deja de ser peligroso.
¿De qué manera puede un diseñador trabajar junto a estas comunidades de forma ética sin caer en la apropiación cultural o la exotización?
Para esto, voy a tomar palabras de conversaciones de tres personas con las cuales he aprendido muchísimo sobre el tema, las tres son curadoras indígenas norteamericanas: Jessica Metcalfe (ciudadana de la nación Turtle Mountain Chippewa), Brandie Macdonald (ciudadana de la nación Chickasaw) y Debra Yepa-Pappan (ciudadana de la nación Jemez Pueblo). Lo que he aprendido de ellas es: lo primero, tratar de entender la cultura con la que queremos trabajar. Tratar de entender, de averiguar sobre estos elementos culturales que queremos usar. Entonces, si yo deseo colaborar con una comunidad yo ya he identificado ciertos elementos que a mí me llaman la atención, que siento que puedo usar. Entonces, el primer paso es entender qué es esto y qué significa para la comunidad y cómo funciona dentro de ella, si son elementos sagrados por nada del mundo se pueden utilizar, porque son elementos sagrados y no están hechos para que personas por fuera de la comunidad los utilicen, y menos utilizarlos por fuera de todo el significado sagrado que estos tienen. Si no son elementos sagrados, digamos que con cautela se pueden utilizar.
Creo que una parte importante de las marcas al hacer esto es no solamente entenderlo, sino también educar a los consumidores sobre los significados de estos elementos que estamos usando. Y realmente, lo más importante, sería poder retribuirle a la comunidad -y nuevamente esto no siempre es en dinero-, poder entablar una relación, una conversación aunque sea con la comunidad para entender cómo nosotros les podemos devolver por utilizar algo que al final les pertenece, y, en el mundo ideal, sería trabajar con ellos para entender todo esto a largo plazo; tener estas conversaciones y tratar de entender a grandes rasgos que es lo que se quiere. Y lo último, es que en este proceso no podemos esperar que las comunidades, primero, estén abiertas a recibirnos y segundo, vengan a nosotros; nosotros somos quienes tenemos que ir para generar relaciones horizontales con ellos, y para poder generar relaciones de confianza hay que estar preparados para ir a su terreno. De pronto esperan conocernos en persona; escucharlos, adaptarnos a ellos y honrarlos con eso.
¿Qué rasgos crees que identifican la identidad de moda latinoamericana?
La multiculturalidad, de pronto. Es difícil porque cuando uno piensa en la moda latinoamericana para mí es inevitable pensar en el estereotipo de lo tropical: los vuelos, la blusa off-the-shoulder, super caribeño, palmeras, playa… Porque eso es lo que se ha impuesto internacionalmente, y las flores, las orquídeas… En fin. Pero, la verdad, yo no creo que eso represente a la región, nuevamente, eso es solo un pedacito de la región. Entonces yo creo que si pensamos más allá de eso puede ser la multiculturalidad, y de alguna forma también la riqueza, creo que nosotros no nos damos cuenta de lo rica que es la región, muchas veces pensamos en algo que tú ya dijiste: hay corrupción, hay pobreza, este tipo de cosas pero al mismo tiempo hay una riqueza increíble de recursos naturales, tenemos riqueza cultural, un legado grandísimo que ha sido poco explorado. Creo que me iría más por estas dos cosas: por la multiculturalidad y la riqueza.
¿Qué palabras le dirías a los estudiantes para que se interesen en la investigación de moda?
Yo creo que aprender a hacerse siempre las preguntas, así fue como yo empecé a cuestionar todo, no dejar que me digan el próximo año el color que va a estar de moda es el naranja, sino por qué va a ser el naranja y quién dice que todo el mundo va a querer usar naranja, como empezar por las cosas que nos dicen y que parecen obvias y que las damos por sentado; cuestionar, preguntar, tratar de indagar, siempre preguntar por qué, siempre pensar en ir más allá. Yo creo que eso no solamente va a generar más interés cada vez más en los estudios de moda y en la investigación de moda sino que, nuevamente, nos va a poder generar nuevos lenguajes de diseño de moda en la región que yo creo que puede ser un proceso super bonito. Y buscar, una vez que uno se haga la pregunta tratar de buscar las respuestas, no solamente en nuestras mentes, sino también con nuestros amigos, familiares y demás, al final todos tenemos “aparaticos” con los cuales nos podemos conectar con el mundo entero, entonces buscar las respuestas del internet -aunque a veces es difícil saber cuál información es buena o mala o verdadera- pero, al final, al buscar respuestas y al seguir haciéndonos preguntas, al comparar fuentes creo que podemos ir aproximándonos a algunas respuestas.
Finalmente, cuéntanos sobre tu proyecto Culturas de Moda
Culturas de moda surgió precisamente como lo último que decíamos de que en internet hay una cantidad enorme de recursos, pero es difícil saber cuáles son los recursos confiables, y al mismo tiempo, hay muchos recursos en inglés que, aunque están disponibles, hay muchas personas dentro de Latinoamérica que tal vez no pueden entenderlos muy bien.
Eso por un lado, y por otro, fue también cuando yo empecé a dictar clases -soy profesora de la Universidad de los Andes en Bogotá- uno de los cursos que quería ofrecer era sobre historia de la moda para educación continuada, entonces ahí me dijeron que no podía tener lecturas en inglés porque la idea es que esté abierto para el público en general, y cuando yo me puse a buscar era muy poquito lo que encontraba; encontraba por ejemplo que se habían publicado libros en distintos lugares pero no tenía acceso a esos libros desde Colombia, me pareció un trabajo super difícil, entonces yo dije realmente tenemos que hacer varias cosas, entre ellas visibilizar el trabajo que se ha hecho y por otro lado, crear más contenido en español para que las personas lo puedan buscar, lo puedan leer, lo puedan entender, lo puedan compartir, de todo. Entonces, ofrecemos cursos cortos, conferencias, tenemos un club de lectura, conectamos con personas de distintas partes del mundo que tenemos un interés compartido: cuestionar y entender la moda como algo más allá que simplemente se ve bonito cuando nos lo ponemos sobre nuestros cuerpos, y estamos buscando crear cada vez más contenido. En redes sociales compartimos fragmentos de lecturas, tenemos un podcast y estamos construyendo en colaboración con Talia Cu y Bárbara Estreal (ambas mexicanas) una especie de biblioteca latina de moda. La idea es agregar todos los recursos que existen para que la gente los busque; ofrecer una base de datos de todo lo que se ha publicado sobre moda en Latinoamérica y en España. Este es un proyecto que está en construcción y sí, la misión es generar cada vez más interés y empezar a responder algunas de las preguntas que se generan sobre los estudios de moda en Latinoamérica.
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