La vida se ha llenado de alegría, de ternura, de admiración frente al milagro que hoy es parte de sus vidas. Dante ha llegado para cambiarlo todo y desde ese nuevo mundo que ahora habitan, solo hay espacio para el amor…

Redacción Cosas. Fotos: Adrián Mora

La vida de Constanza y de Nelson ha dado un vuelco. Solo quienes son padres entenderán que, en los primeros meses de vida de un bebé, las rutinas y las responsabilidades cotidianas pasan al archivo de los pendientes pues quien dictamina un nuevo orden es el pequeño que acaba de llegar. Y es que es imposible convertirse en padres y seguir siendo los mismos: las prioridades cambian, hay aprendizajes diarios, espacios de nostalgia y tambien ¡muchas malas noches!.

Así lo cuenta Constanza, con quien tuvimos que reprogramar varias veces esta entrevista: no es para menos. Las exigencias de su nueva vida con el pequeño Dante, de siete meses, le tienen de un lado a otro. Sin embargo, luce tan fantástica como siempre. “La rutina de sueño ha sido dura; él dormía perfecto, pero de repente eso cambió y por ende nuestros días y nuestras noches también. Se levanta cada dos horas y ha sido un proceso duro, pero lo hacemos con mucho amor y paciencia. No queda de otra”, así lo cuenta Constanza, entre risas y sumando otras anécdotas del nacimiento del pequeño que rememora con nostalgia. “Son momentos que no vuelven, cada gesto, cada sonrisa, incluso las malas noches son parte de esta nueva vida que hemos escogido y es algo maravilloso; no quiero perderme de nada.”

Nelson no puede ocultar la emoción cuando habla de su hijo y cuenta que su enfoque de paternidad es ‘estar presente’: “La vida pasa rápido, y los niños necesitan ver a sus padres, aprender de ellos y eso solo se logra al estar con ellos. Nada puede reemplazar el amor de los padres.” 

Un amor como ningún otro

Constanza (32 años) y Nelson (34 años) llevan juntos desde que ella tenía 14 años. Ese amor adolescente, como resulta obvio, fue sincero y paciente, sobre todo con tanta proyección que hoy han logrado tener una relación casi hecha a medida. Sus propósitos personales (sus carreras profesionales, el Miss Ecuador, la maestría de Nelson, los negocios de ambos) han sido alineado de manera ordenada y siempre con amor: “desde que éramos adolescentes sabíamos que esta relación tenía futuro y había que madurarla adecuadamente. Hicimos las cosas bien, cuidamos de la relación, pero también de nuestros sueños individuales. Nelson siempre ha estado conmigo, ha sido parte de mis decisiones, de mi viaje personal y hemos crecido juntos. Yo siempre supe que quería ser madre, y si bien los tiempos de Dios son perfectos, también es cierto que hay que ordenar las cosas para que, de alguna manera, podamos estar listos. Por ejemplo, yo estudié Economía, luego vino el reinado, más proyectos, ahora mi plataforma, el matrimonio y viajes juntos. Vivimos cada etapa a plenitud y ahora estamos listos para esta gran aventura con Dante.”

Nelson, ¿cómo vives la paternidad en medio de tu trabajo, con las exigencias actuales, con todos estos cambios en su vida?

De una manera maravillosa y consciente. Leemos mucho, nos informamos, nos preparamos mucho. Queremos que tenga experiencias y actividades que le permitan crecer feliz y sano y eso es un trabajo que no tiene pausa. Aplicamos la metodología Montessori y un montón de otras herramientas que nos parecen adecuadas. Desde la pandemia mi trabajo ha estado más enfocado en negocios tecnológicos y gracias a Dante tengo mucha más holgura en mi trabajo lo que me permite pasar tiempo con él. Tengo mucha flexibilidad y eso cambia el cómo se vive la paternidad: es un motor de motivación. 

Son una pareja muy espiritual y a la vez,  organizada. Tienen estructura y parece que planifican mucho…

Nelson: ¡Sí!. Totalmente. Yo me gradué de un colegio laico, pero mi base espiritual es muy fuerte y la tengo presente a diario en todo lo que hago. Y la planficación que hemos tenido como pareja es muy importante: yo hice mi máster en el Tec de Monterrey, luego estuve en Alemania, luego el certamen de Constanza, entre tantas otras vivencias hablan mucho de que hemos tratado de organizar bien nuestra vida. Ha habido tiempo de aprender, de caer, de volver a organizarnos, de viajar y estar en pareja. Y entre todo eso, siempre agradezco a la vida que las cosas se hayan dado tan bien.    

Constanza: Sin embargo, también hay otro factor para nuestra estabilidad y es que los dos venimos de familias que han permanecido juntas, que son conformadas y eso definitivamente habla mucho del ejemplo de lo que uno ve y vive desde niño. Tenemos un legado y un aprendizaje que viene con una vara muy alta, nos han inculcado valores y tenemos un apego y agradecimiento a Dios. En altos y bajos sabemos que es Él quien hace que las cosas sean posibles y no podría estar más agradecida con la llegada de mi hijo. 

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