Señales que anuncian los cambios y el destino que tomará la industria.
Por: Sasha Santamaría (Consultora de Moda y Estilo)
Es evidente que nos encontramos frente a un momento de quiebre que reconfigurará toda normalidad a la que estábamos acostumbrados. Dentro de la industria de la moda, sus diferentes actores han iniciado una discusión en torno al futuro y nuevo rostro que esta tomará en consecuencia de la crisis a causa del covid-19. Y es que la historia demuestra que los tiempos sombríos traen cambios contundentes. Y la moda es experta en resistirlos y renovarse para poder sobrevivir. Por ejemplo, la Primera Guerra Mundial trajo consigo una novedosa emancipación en el vestir femenino, liberando a la mujer de la encorsetada silueta eduardiana; favoreciendo un estilo relajado, confortable y lineal que le permitiría trabajar y practicar deporte con total soltura.
Mientras la moda divaga entre la incertidumbre –al igual que otros sectores-, ya ha puesto de manifiesto nuevas estrategias en respuesta a ciertas problemáticas inherentes a los tiempos pandémicos que corren. Surgen nuevos desafíos que a su vez, representan una oportunidad para innovar y revisar ciertas mecánicas que imperan en su sistema, acciones que pretenden determinar su porvenir. Analizamos algunas de ellas.
El camino a la sustentabilidad
Algunos entusiastas como Li Edelkoort –la reconocida especialista en tendencias- consideran esta pausa como la oportunidad que la moda debe aprovechar –y no dejar pasar- para hacer un reset y dar a luz a un nuevo comienzo bajo el estandarte de la sustentabilidad. Y es que resulta un secreto a voces que la moda y su voraz modo de producción son uno de los grandes causantes de la contaminación ambiental. El llamamiento hacia la desaceleración de sus procesos para mitigar el prejuicio causado a la naturaleza, es la premisa por la que abogan algunos especialistas.
Aunque las intenciones son buenas, hay que tener presente que “la moda es la hija favorita del capitalismo” –brillante axioma del economista alemán Werner Sombart- y que todo indica que sus ansías de constante renovación que son las que mantienen su dinámica y en consecuencia, motivan a un consumo desmesurado, son más poderosas que el anhelo de crear un cambio real. Basta con examinar las acciones que se han tomado luego de aquel oscuro 24 de abril del 2013, fecha en que ocurrió el colapso del complejo textil Rana Plaza, tragedia que dejó miles de muertos y heridos. Siete años después, una de las marcas involucradas en este accidente, aparece liderando el ranking del Índice de Transparencia de la Moda 2020 ¿Greenwashing en su máxima expresión?
Lo cierto es que una gran parte de la industria de la moda no está haciendo su mayor esfuerzo para dejar atrás sus malas prácticas. Mientras lees este artículo, trabajadores confeccionistas de Pakistán, Camboya y Bangladesh -¿ven que nada ha cambiado?- se encuentran protestando para exigir sus pagos. Esto demuestra que resulta urgente replantear y revisar la manera en que se está abordando y aplicando el concepto de la sustentabilidad en la moda, si se trata realmente de un compromiso ético o de una estrategia de marketing para mejorar la imagen de una empresa.
A pesar de la tragedia de Rana Plaza, los trabajadores del sector textil continúan laborando en condiciones precarias. Foto: AFP
Representaciones digitales
El distanciamiento social que los organismos de salud recomiendan como una de las medidas para evitar la propagación del covid-19, pone límites a las actividades que convocan la concentración de varias personas en un mismo espacio. En este contexto, la moda ha determinado acciones para prescindir del contacto humano. Una de ellas, la realización de ediciones protagonizadas por modelos digitales. Aunque esto no es nuevo, ya que en 2016, la presentación de la influencer/instagrammer Lil Miquela puso de cabeza a la esfera de la moda, reabriendo el espinoso debate sobre las representaciones femeninas y los ideales de belleza que estos instauran en el imaginario colectivo. Y es que si no era suficiente con la apología a la delgadez extrema ahora, la vara sobre lo bello la definen los rasgos cincelados mediante el computador. No es casual la amplia aceptación de la que gozan los filtros de Instagram –en especial el combo ojos felinos + pómulos marcados + boca pulposa- que alteran nuestra apariencia con el propósito de hacernos lucir como estos personajes. No en vano, el aumento de labios y los rellenos faciales se han convertido en los procedimientos estéticos más solicitados, en un esfuerzo por concretar físicamente aquel “yo” virtual creado bajo la fantasía de estos filtros.
Dada la coyuntura actual, las editoriales han apelado a este recurso para llevar a cabo sus ediciones. Todo señala que esto no se trata de un suceso pasajero, que las modelos digitales han llegado para quedarse, competir y convivir con las de carne y hueso, puesto que la agencia The Diigitals es la encargada de crear estos avatares e impulsar sus carreras. ¿Su argumento? Las ediciones digitales son una alternativa para evitar la contaminación causada por la movilización aérea que demanda la transportación del personal humano que se requiere para realizar una producción fotográfica.
Así, la española S Moda –en su número de diciembre pasado- y Vogue Italia –en su edición de marzo- esquivaron la convencionalidad y elevaron como estrellas de sus portadas a estos maniquíes que a primera vista pueden confundir al espectador, abduciéndolo a un estado de desconcierto frente a la veracidad de la imagen que observa, una experiencia que condice con la distorsión de la realidad propia de una época donde las fake news y la posverdad manipulan los discursos.
Modelos de la agencia The Diigitals como protagonistas de portada. Foto: Vogue Italia, S Moda.
La estética de lo esencial
En épocas de recesión como la que transitamos en la actualidad, se hace indispensable la economización de los recursos y un aprovechamiento óptimo de estos. En términos de diseño, esto suele interpretarse mediante la concepción de prendas o colecciones desprovistas de detalles intricados que encarezcan el proceso de confección, dando lugar a un estilo atemporal regido por piezas de líneas clásicas. Posiblemente, la actual crisis haga que la moda se incline hacia una estética dominada por el minimalismo y un propósito funcional, tal como ocurrió luego del 11-S, cuando el utilitarismo chic se convirtió en el lenguaje acatado por la moda para ir a tono con la solemnidad de lo sucedido.
También es factible, que el exceso de información visual a la que estamos expuestos a través de las pantallas nos lleve a buscar un silencio, un refugio en espacios llenos de nada. La portada blanca de la edición de abril de Vogue Italia da una pista de aquello, invitándonos a experimentar con la quietud. Incluso, existen señales previas de esta inclinación hacia la sencillez y discreción en el vestir. Meses atrás, en uno de nuestros reportes de tendencias, señalamos el fin de la tendencia de la logomanía y con este, la vuelta del minimalismo. De todos modos, no queda descartada la aparición de una estética exuberante, tal como sucedió al final de la Segunda Guerra Mundial de la mano de Christian Dior y su opulento new look que en palabras del diseñador, significaba el retorno al glamur luego de un periodo de austeridad. Quizás seamos testigos del surgimiento de una nueva vanguardia.
Por otro lado, como mencionamos, resulta conveniente sacarle el máximo partido a los materiales que tengamos a nuestra disposición, y esto se convierte en una oportunidad precisa para poner en práctica conceptos que permiten la reutilización de ciertos insumos o elementos considerados como descarte. La circularidad y el up-cycling aparecen como guía para reconvertir por ejemplo, piezas como los samples o prototipos que generalmente no están disponibles para la venta al público y de esta manera, recrear con ellos nuevos ítems.
La practicidad y el purismo priman en los conjuntos de Lemaire. Foto: Tagwalk.
La moda se transforma a la par de las sociedades y sus vicisitudes, adaptando sus mecanismos a los sucesos emergentes. Observar aquellos cambios resulta fascinante ya que denotan su capacidad de seguir el pulso de la época; respuestas que posteriormente formarán parte de su historia. Solo hay que permanecer atentos y dejarnos sorprender.
Instagram: @sasha.santamaria
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