En abril, se celebra el día del Emprendedor en nuestro país. Las cifras para el empleo en los últimos años no son alentadoras y, a consecuencia de eso, miles de emprendimientos salen a diario más como una práctica de subempleo y desempleo que como un chispazo de innovación o de augurio de exitosos negocios. Las condiciones no siempre son favorables para su crecimiento sostenido y, en el caso de las mujeres, esta iniciativa tiene otros matices sociales….

Por: Abg. Jéssica Freire Manzano. Foto: 123rf

Ejercer como “jefas de hogar”; debido a muchas circunstancias históricas y sociales, que les ha impedido destacarse profesionalmente. Ese rol –jerárquico en el hogar- ha impulsado a que las mujeres busquen nuevas formas de generar ingresos para lograr el sueño de la libertad financiera y ofrecer un mejor futuro para su familia y ellas mismas.

Las mujeres juegan, indiscutiblemente, un rol significativo en la economía ecuatoriana, puesto que el generar ingresos no solo permite que las familias puedan mantener una vida digna, sino que ayuda a que esas mujeres se sientan realizadas, independientes, puedan tomar decisiones, y trazar el camino que deseen para sus vidas. Esto impulsa que avancemos como sociedad a lograr la equidad de género, pero aún lo logrado no es suficiente. Existen varias diferencias sociales, estereotipos de género impuestos que siguen generando que, como mujeres, se sientan insuficientes, poco preparadas, inexpertas y temerosas de tomar riesgos.

Pero, ¿cómo no tener miedo, si desde pequeñas (en una sociedad plagada de estereotipos), nos enseñaron que ese rol estaba más anclado al hogar que a los negocios?. Existe, entonces, una deuda histórica con las mujeres, en cuanto al tener y acceder a derechos que antes eran concebidos solo para hombres. Debido a esto, la normativa naciente en varios países ha optado por crear incentivos que benefician a las mujeres y potencian su inclusión en la vida laboral y profesional, incluyendo obviamente, que sean emprendedoras y empresarias. Y nuestro país no es la excepción: en el año 2023, se promulgó la Ley Orgánica para Impulsar la Economía Violeta,  y para entender el contexto de esta ley, debemos iniciar explicando qué es la “Economía Violeta”. El color violeta (morado o púrpura) se lo relaciona a las luchas a favor de los derechos de la mujer y en la erradicación de la violencia a la misma, por ello, al unir el término “economía” a este color, se lo entiende como un enfoque diferente a la economía tradicional, puesto que se orienta en otorgar empoderamiento a las mujeres por medio de generar fuentes de ingresos, concediendo beneficios exclusivos para mujeres o comunidades de mujeres, que potencien su inclusión en el mundo laboral y el mercado de en la economía.

El espíritu de la Ley exhorta a cubrir esta deuda histórica hacia las mujeres, estableciendo normas encaminadas a eliminar las brechas y discriminación que ellas sufren en ámbito laboral, educativo, social, e incluso político. 

Entre las normas contenidas en esta Ley, se crean obligaciones para el Estado, como  implementar políticas en coordinación con otras carteras del Estado para “mejorar la empleabilidad y permanencia en el empleo de las mujeres, mediante su formación profesional”, “reducir el impacto negativo de la crisis económica en las mujeres”, “fomentar los derechos de las mujeres para un desarrollo inclusivo, erradicar la pobreza y violencia, “impulsar la igualdad, competencia  y sostenibilidad apoyando proyectos liderados por mujeres”, entre otros objetivos, pero esto ¿cómo se aplica en la vida real?, ¿qué deben hacer las emprendedoras?.

La economía Violeta y su realidad en Ecuador

La ley ordena la creación de una Política de Economía Violeta, que actualmente es liderada por el Ministerio de la Mujer y Derechos Humanos, la cual busca promover procesos de activación económica a: mujeres jefas de hogar, productoras, microempresarias, emprendedoras, artesanas, trabajadoras informales y trabajadoras domésticas, quienes, en el marco de la pandemia COVID19, han visto reducidos sus recursos buscando, por una parte, dinamizar su posibilidad de ingresos y, por otra, sostener el los gastos familiares que a su vez se traduce en alimentación, educación y salud.

Por ello, las emprendedoras de micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), mujeres productoras agrícolas y pertenecientes a la economía popular y solidaria, mujeres que prestan servicios informales, como restaurantes, hoteles (…) serán las principales beneficiarias, ¿de qué? de estrategias interseccionales donde participarán los gremios empresariales respaldando la aplicación de estás prácticas, la banca privada otorgando condiciones preferenciales para los sectores altamente feminizados, la academia por medio del fortalecimiento de capacidades y conocimiento sobre finanzas, administración, riesgos, entre otras, que ayuden a las mujeres a contar con herramientas suficientes para mantener un negocio rentable, así como varios convenios con Instituciones Financiera Internacionales (IFI) y otros organismos internacionales. 

Con esta enunciación, no se quiere decir que las ‘dudas, quejas y dolores’ que impiden o desincentiva a las mujeres a ser emprendedoras y mantenerse como ello, estén solventados, pero esta normativa sí ayuda a que se pueda acortar un poco esta brecha y otorgar “herramientas de acción” para que las mujeres puedan emprender y lograr su libertad económica. Así también, existen otros programas que brindan acompañamiento técnico a mujeres, brindando herramientas como coaching, mentorías, educación financiera, innovación productiva, técnicas para comercializar, capacitación en competencias laborales, comercio electrónico para potenciar ventas en línea, incluso cómo digitalizar un emprendimiento, entre otras. Ahora lo importante es usar estas herramientas, para tomar ventaja en lo que hacemos, y lograr el objetivo de generar más ingresos para ser independientes económicamente y mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestra familia.

En cifras

Ecuador es el segundo país más emprendedor de América Latina, y según el Global Entrepreneurship Monitor, en el Ecuador, uno de cada tres adultos están en proceso o han iniciado un negocio. En Ecuador, existe la normativa, las políticas públicas y el apoyo institucional financiero y académico para el fomento del emprendimiento de las mujeres y lograr la equidad en la economía, ¿perfectas?, no. ¿Suficientes? Tampoco. Sin embargo, estamos en el camino, y si empezamos aplicando estas herramientas, trabajando en las habilidades blandas que debemos desarrollar y, tomando ventaja de la utilización de herramientas digitales y virtuales, las mujeres podrán alcanzar la estabilidad financiera y, con ello, consolidar su independencia que es lo que realmente les va a otorgar libertad y equidad. Según una publicación del diario El Universo, en el país existen 6.378 negocios en el Registro Nacional de Emprendedores; la mayoría se dedica a la venta de zapatos. Hay 3.583 emprendimientos cuyo representante legal corresponde a género femenino y 2.795 a masculino

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