Esta tendencia crece y aquí te presentamos los beneficios de tomar una ducha con agua fría

Por Redacción Cosas. Foto: Shutterstock

Varias investigaciones mencionan que el bañarse en agua fría ofrece una abundancia de ventajas tanto para el bienestar físico como mental. Existen diversas maneras de experimentar la inmersión en frío, que incluyen, entre otras opciones, sumergirse en el mar, utilizar baños de hielo, optar por una ducha fría o recurrir a bañeras frías especializadas. Estas últimas son comúnmente accesibles en spas de alta gama, centros de fitness y establecimientos dedicados a la recuperación física.

Conoce los beneficios

Reducir la temperatura central del cuerpo a través de una ducha puede proporcionar una variada gama de beneficios. Quizás lo más crucial sea la construcción de resiliencia mental y disciplina: la exposición constante a bajas temperaturas permite que la mente se familiarice con un estado de incomodidad, mejorando así su capacidad para manejar diferentes formas de estrés.

Los beneficios físicos obtenidos a través de la inmersión en agua fría son notables y respaldados por expertos en el campo. Al sumergirse en agua fría, se ha observado una disminución significativa de la inflamación, lo que puede ser beneficioso para la salud general del cuerpo. Además, esta práctica ha demostrado elevar los niveles de endorfinas y dopamina, contribuyendo así a una sensación de bienestar y un estado de ánimo mejorado.

En el ámbito del descanso y la recuperación, la inmersión en agua fría ha mostrado mejoras en la calidad del sueño y en la capacidad del cuerpo para recuperarse de lesiones. Asimismo, se ha asociado con la reducción del estrés y la posibilidad de aliviar dolores y molestias. Estos efectos positivos se extienden a la capacidad del cuerpo para combatir la hinchazón y, potencialmente, aumentar los niveles de testosterona.

Además, la práctica de la inmersión en agua fría se vincula con la estimulación del drenaje linfático, la regulación de las hormonas y la aceleración del metabolismo. Estos múltiples beneficios físicos resaltan la diversidad de impactos positivos que puede tener esta práctica en la salud y el bienestar general.

Para aquellos que no han experimentado la inmersión en agua fría previamente, es fundamental iniciar con períodos breves, generalmente de uno o dos minutos, e ir incrementando gradualmente el tiempo a medida que el cuerpo se aclimata a la sensación de frío. Este enfoque progresivo permite que el organismo se ajuste de manera gradual, minimizando la posibilidad de choques térmicos bruscos y permitiendo una adaptación más cómoda a la experiencia. Al comenzar con sesiones más cortas y aumentar progresivamente, se promueve una introducción segura y efectiva a los beneficios de la inmersión en agua fría, optimizando así la adaptación del cuerpo a esta práctica.

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