Hay un cambio de vida trascendental para Lavinia: acaba de convertirse en la Primera Dama del Ecuador y coincide con la llegada de su segundo hijo. Ella es consciente de los retos que se avecinan, pero se ha venido preparando para ellos: el amor por su esposo y la esperanza para un mejor Ecuador, son la brújula para ese nuevo camino que viene con muchos desafíos… 

Por María José Troya C. Fotos: Roberto Pacurucu 

Empezamos la entrevista recordando, con mucho asombro y risas, cómo fue nuestro anterior encuentro, hace casi dos años. Y es que, coicidencialmente, Lavinia salió en la portada de Revista COSAS cuando estaba embarazada de Alvarito, era la misma época del año (muy cerca a Navidad) y hablamos de su relación con Daniel, de  las aspiraciones políticas de ese momento, de cómo ellos balanceaban su vida matrimonial y de su admiración por su suegra. Hoy, las cosas han dado un giro sorpresivo: Daniel se ha convertido en Presidente del Ecuador y, por ende, Lavinia en la Primera Dama. Esperan a su segundo hijo y ella se ha presentado como una figura clave para la campaña desde la parte social, tal como lo fue Anabella Azín en su momento. Parecería una especie de manifestación o vaticinio, pero es evidente que detrás de todo lo que ha sucedido hay mucha planificación, trabajo, estrategia y, por supuesto, sacrificios. “La vida política es demandante”, dice Lavinia, pero no es una queja, lo dice con la naturalidad que la caracteriza y, mas bien, con un tono de preocupación por lo que ha visto durante sus recorridos durante varios meses de campaña.    

Recuerdo que en la entrevista anterior, cuando Daniel aún era asambleísta, tú afirmaste que él iba a ser el próximo presidente del país. 

¡Sí! Yo siempre lo supe. Mi esposo no es alguien improvisado. Él es muy metódico en todo lo que hace y si se propone algo, sé que lo logrará porque lo va trabajando a diario. Lo ha demostrado toda su vida. Lo que admiro de mi familia política no solo es que ellos también lo intentaron (llegar a la presidencia) sino que recorrieron incansablemente el país y eso les ha permitido conocer las necesidades del Ecuador. Este país que en lugar de seguir avanzando ha retrocedido. Daniel, entonces, con ejemplo de sus padres, tiene un corazón de servicio. Él siempre recalca que ha logrado muchas cosas empresarialmente y ahora quiere luchar por un mejor país; diferente al que estamos viviendo.  

Estás en tu segundo embarazo y, si bien es una etapa maravillosa, es también muy demandante en lo físico. ¿Cómo has vivido la parte más fuerte de campaña? Y ahora con el resultado final ¿cómo te sientes?   

 Yo soy joven, tengo 25 años, y me sorprende ver lo rápido que pasa el tiempo. Alvarito tiene ya dos años y cuando veo sus fotos me admiro de cuánto ha crecido. Sé que también cada embarazo es distinto y me siento agradecida porque emocionalmente lo he sentido mejor que el anterior. El primero vino con muchos miedos, con ansiedad por el cambio de vida. Este, por su parte, ha sido físicamente intenso: cuando Daniel tuvo el debate se me presentó un pequeño sangrado, en el primer embarazo no pasé por sustos de este tipo porque fue mucho más tranquilo. En este, hasta Daniel me dice que se me olvida mi estado porque salgo, me muevo, voy de brigadas; pero eso en realidad me hace agradecer mi cuerpo y mi energía. Sin embargo, estoy viendo las consecuencias porque tanto movimiento hizo que mi placenta no suba.  He tenido más sustos y eso me ha hecho bajar un poco el ritmo. No me quejo, creo que es una bendición haber podido lograr muchas cosas de la campaña, ¡Tengo que cuidarme, eso sí!. Mis horarios especiales con Alvarito no los he sacrificado: levantarlo, dejarlo y recogerlo de su escuela, bañarlo, hacerlo dormir. Todo ha valido la pena y recuerdo las palabras de mi doctora: estoy embarazada, no enferma.  

Además, la mayoría de las mujeres ecuatorianas tampoco tienen la posibilidad de quedarse estáticas en casa durante el embarazo… 

¡Exacto! Yo no quiero parar, tengo muchas bendiciones y quiero disfrutar de mi embarazo, pero eso no significa quedarme sin hacer nada. Millones de mujeres a diario se sacrifican por sus hijos, no dejan de trabajar hasta el último día, y eso me resulta inspirador y motivante.  

Y sobre tu segundo hijo: sabemos que  llevará el nombre del abuelo materno… 

¡Sí! (Risas) Alvarito es en honor a mi suegro. Su segundo nombre es Fillipo porque a él (mi suegro) le encanta el tema de los reyes. Ahora, para el segundo hemos escogido -siguiendo esa tradición- Furio Aurelio. El primer nombre es en honor a mi papá. Tengo que ser sincera: no es un nombre que me encante, es algo más de Daniel, pero yo escojo mis batallas…  

La vida y la imagen de ‘la Lavinia de antes’ ha cambiado y eso es evidente…  

Sí. Desde hace muchos años tengo alguien con quien he trabajado mi imagen en cuanto a estilo y moda, Álex Márgary. Con él somos amigos desde la época en la que yo modelaba. Él me conoce desde mis inicios hasta esta etapa de mi vida. Aún recordamos con risas y nostalgia esas épocas en las que teníamos que compartir cinco dólares para comprar un jugo, nos sacábamos el aire trabajando, hacíamos cachuelitos y ¡qué lindo es ver cómo hemos crecido!. Su estilo es impecable y trabajamos muy bien juntos. 

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¿Cómo ha sido entonces esta transición de ser la Lavinia modelo, luego la mujer fit, influencer de estilo de vida y ahora la Primera Dama de Ecuador? 

Antes que nada, necesito agradecer a la revista COSAS porque mi primer reportaje fue con ustedes, y han estado en los momentos más relevantes de mi vida. Sin embargo, esa Lavinia siempre va a estar porque soy yo. Soy una mujer activa, deportista, que ama ese estilo de vida, pero hay otro nivel de madurez y otras prioridades. En esta transición que hemos hecho -a nivel de imagen- tengo un objetivo distinto sin dejar a un lado mi esencia. He buscado proyectar elegancia, pero con sencillez.   

¿De ahí surgieron los tonos blancos para tu ropa? 

Algo que siempre le he dicho a Daniel, y que la gente sabe, es que admiro muchísimo a mi suegra: de pies a cabeza y en todos sus aspectos. Y, al principio, cuando estábamos en esto de la inscripción del partido y demás, yo dije: “Haré como mi suegra: iré vestida de blanco o con el color de la campaña.” Y es que ella iba de blanco o de amarillo que eran los colores del partido. Con Álex, mi asesor en temas de imagen, escogimos el blanco pero le dimos mucho más sentido pues queríamos algo que no llame la atención y brinde paz. Además, he querido incluir piezas de diseñadores ecuatorianos ¡que son maravillosos!.  

Sin embargo, has tenido mucho protagonismo. Te has convertido en alguien mediática e incluso aspiracional para muchas mujeres en el país… 

Sí, y no lo puedo creer. Ese cariño se siente muy bien y lo recibo con mucha gratitud y humildad. No me imaginé estar en una vida política, pero siempre he querido ser una imagen positiva. Quiero que cuando piensen en mi, no piensen en ‘Lavinia, la influencer’, sino en una chica que trabaja a diario por sus sueños, que quiere seguir creciendo, que trabaja mucho para lograr sus objetivos, que es madre y que se preocupa del futuro del país en todas sus dimensiones. Mi niñez y mi adolescencia no fueron distintas a las de otras personas; lo recalco porque yo he evolucionado con trabajo propio.   

Y ¿cómo recibes las críticas? 

Cuando te mueves en redes sociales estás acostumbrado. Cuando empecé con mi vida fitness ya lo viví: estaba recién aprendiendo y me criticaban por todo. No tenía miedo de tocar puertas, de pedir auspicios y canjes, y mucha gente se me burlaba; tropecé, cometí errores, aprendí y, poco a poco, fui creciendo en redes y generando mi comunidad. Y, en este caso, que si bien es muy diferente y es de mucha responsabilidad, también hay gente que critica todo.  

¿Tienes asesoría o una ‘curaduría’ para lo que ahora expones en redes? 

Sí. Es otra vida.  Y la vida de Daniel y la mía ya no es solo nuestra, hay que responderle al pueblo. En mis capacitaciones he aprendido y valorado la magnitud que tiene un mensaje. Sé que tengo muchas responsabilidades y que todo debe tener un objetivo y también una respuesta. La gente ha votado por mi esposo, pero siento que yo también tengo que cumplir y quiero hacerlo de la mejor manera. La vida tiene etapas y esta es muy diferente.   

Has destacado mucho tu admiración por tu suegra y tu relación tan cercana con ella. Pero mucha gente se pregunta qué es lo que ha pasado con tu mamá…  

Quiero justamente hablar para aclararlo. Mi suegra sí, en efecto, es como una madre y tengo la suerte de tener una relación muy linda con ella y con mi suegro, Álvaro. Sin embargo, hay alguien muy cercana en mi vida -Alicia- quien es como un ángel y cumple el rol de madre al 100 %. Ella no me dio la vida, pero me ha demostrado un amor tan incondicional que ha sido un pilar para mi y para mi proceso de maternidad. Sobre mi madre: no la escondo y recalco que soy grata de sus enseñanzas, valoro su fuerza para haberme criado y darme lecciones de vida. Nadie es perfecto, pero gracias a mis padres soy quien soy. Sin embargo, hay relaciones que, con el tiempo, van cambiando y por el momento yo no tengo una relación cercana con ella.  

Continúa leyendo la entrevista en nuestra revista impresa “Edición 411”.

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